jueves, 24 de febrero de 2011



Quisimos ser Alexander Supertramp.
Quisimos amar París.
Quisimos un verbo en infinitivo y una copa de champán.
Quisimos todo el cine y todo Cortázar.
Apenas soñamos a García Márquez y nos quedamos
no cien
no diez
ni tres
años en soledad.
Pero sonaba Bunbury y me enamoré de la guitarra.
De la cerveza fría en noches de invierno aún más frío
entre tus manos.
Tiritamos mientras temblábamos.
Y prendió la luna y ardió y amaneció de noche.
Y Nacho me gritaba al oído.
Morir o matar.
Y que yo no soy poeta, joder.
Ni creo en el amor, ni juego a las cartas ni apuesto al más alto.
Yo tiro los dados,
porque quisimos querernos.
Y nos salió de canto.
Quisimos un infinito.
Y nos truncó el número primo.















enc.



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