viernes, 18 de marzo de 2011

Tantas palabras luchan y mueren por existir
que nunca existen.
Tantas luchan y mueren, tantas dejan cicatrices
como cuando te miro, y no te escribo.
Como cuando te pienso y no te escribo.
Son tantas las que ni llegan a ser
que muero en mí pues me voy en ellas.
Cómo se llama el viento que en otoño
nos abre paso desterrando las hojas secas.
Cómo se llama ese frío que asesina
de soledad a las farolas.
Se nos va el oxígeno
y con él todo lo que podemos ser
para llegar a ser.


A.

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