Poseerlo es arriesgado, loco, a veces sucio, a veces puro. Causante del peor dolor jamás visto y de la muerte prematura del alma.
Algo tan difícil de controlar... desajusta tus planes, desconcierta. Porque al fin y al cabo no somos dueños de nosotros mismos, no. Sólo tenemos el control de una pequeñísima parte, quizás la más vistosa, pero nada comparable a la que no dominamos. El hombre poderoso no es el que controla su mente, sino el que lo posee.
Tiene la virtud de perdonar y de ser perdonado. Puede generar pasión y despojar a los infelices de sus prejuicios. Nos hace a todos iguales, pero no todo el mundo renuncia a lo banal y se somete a su juicio.
(El amor)
Ziah.
Ziah.
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