miércoles, 6 de abril de 2011

Había olvidado el futuro que le esperaba junto a ella. La noche grisácea era de film clásico y la lluvia pesaba como la conciencia. Fumaba cobijado en una parada de autobús, esperando. Las lágrimas de ella estaban presentes. Sólo bastaron unas pocas palabras y un silencio póstumo para hacerlas crecer y, como consecuencia, recordar a Norma Desmond en sus ojos. El cigarrillo consumía. Ella llegó tarde y no le importó. Ella sabía a lo que iba. Había creído promesas fecundadas por la desidia, por la vanidad, por el vacío. Promesas que morirían vírgenes. Habría comprado con un franco sus pensamientos, para ver cuan podrido estaba su interior. Su odio era palpable, su tristeza invisible. También ella fumaba, en la ventana de su habitación, rodeando sus rodillas. También fumaba, exhalando el futuro que esperaba junto a él.


A.

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